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Cazadores de sonidos, una afición en auge

02/02/2011
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Raquel Queralt,
La Vanguardia

La fonografía persigue la elaboración de un paisaje sonoro y la preservación de los sonidos en peligro de extinción

Solemos captar la imagen de un lugar mediante la fotografía o el dibujo, pero no es algo tan común registrar su sonoridad. Es precisamente lo que hacen los practicantes del coleccionismo de sonidos o fonografía, una técnica que consiste en hacer grabaciones que permitan elaborar paisajes sonoros. Un concepto que el ambientalista canadiense Murray Schafer definió como "el entorno acústico, el campo total de sonidos donde quiera que estemos". "Nos gusta recoger de manera acústica esos paisajes naturales que todavía persisten. Algunos, con los años, irán desapareciendo, por lo que nuestro trabajo, en cierta forma, es guardarlos antes de que eso ocurra", apunta el experto en fonografía Mikel R.Nieto.

Escuchar una rana croar debajo del agua o el piar de un quetzal produce placer al oído humano. Sólo hay que saberlo captar adecuadamente y dejarse llevar por las emociones. "Nos aislamos de la sociedad en un sitio apartado para captar el sonido en su estado más puro. Incluso, llegamos a acampar en medio de la naturaleza", explica el coleccionista Dani Satué. Son sonidos naturales que el receptor los interpreta como si fueran una melodía, tal como expuso Simeon Pease Cheney: "¿No hay música en la naturaleza? Pero si hasta los ratones cantan; los sapos igualmente, y en el agua se pueden oír los conciertos de ranas". Evidentemente, para esta práctica la habilidad de saber escuchar es imprescindible. "Este acto, aparentemente tan pasivo, esconde mucha actividad que nos reporta un inmenso placer estético cuando nos acercamos a un paisaje", explica Nieto.

DE LA AFICIÓN A LA PROFESIÓN

Los coleccionistas suelen utilizar equipos profesionales. Existen micrófonos de muchas variedades – aéreos y subacuáticos. En el caso de Nieto, es capaz de fabricárselos él mismo para registrar con la mayor precisión cada tipo de sonido. "Es importante ser cuidadoso con el momento de la grabación y en esto consiste este arte", señala. Otros lo definen como "el arte de llegar tarde", ya que por las características efímeras del sonido muchas veces no da tiempo de darle al botón de la grabadora. Es posible, aunque difícil, hacer de esta afición una profesión, como es el caso de Nieto, que ofrece conciertos y talleres. "La socialización de las nuevas tecnologías enfocadas a la acústica ha permitido que la gente salga a la calle a grabar tanto en la ciudad como en el campo", explica Nieto. Y es por ello que el coleccionismo de sonidos es una actividad emergente. El número exacto de personas que lo practican es difícil de determinar puesto que, en la actualidad, no hay ningún registro profesional ni asociación que los reúna.

El valor de los sonidos va cambiando a medida que pasan los años, se amplían las ciudades y cambian los límites entre naturaleza y ser humano. Buscan ruidos extraños, poco oídos o que son difíciles de identificar. "Cuando consigues grabar algo interesante te sientes protagonista de ese momento", comenta Satué. Son pequeños tesoros que van almacenando digitalmente a la espera de que algún día alguien o ellos mismos, escuchándolos, se trasladen al escenario donde fueron registrados. Sin ver, sin oler, sólo con las vibraciones de un sonido único.

FONOGRAFÍA, HIDROFONÍA Y MAPAS SONOROS

El resultado del ejercicio de la fonografía son los mapas sonoros. En España, algunas comunidades autónomas tienen el suyo. Este es el caso de Barcelona, Galicia, Madrid y Andalucía, páginas web abiertas a ser ampliadas por los usuarios. Otro ejemplo es Soinumapa.net, donde colabora Mikel R.Nieto, que permite escuchar sonidos grabados y geolocalizados en un mapa. La plataforma nació desde el Audiolab de Arteleku con la intención de registrar paisajes sonoros, compartir sonidos y preservar aquéllos que están en peligro de extinción. En cuanto a los derechos de autor, y a pesar de que no existe un estándar, la mayoría de sonidos se publican mediante licencias libres – 2.5 y 3.0 de Creative Commons en España –, siempre y cuando no se utilicen para fines lucrativos.

Los orígenes de la fonografía se encuentran en la figura del compositor, escritor y ambientalista canadiense R.Murray Schafer, que fue el primero en introducir el concepto de paisaje sonoro en los años sesenta. En el caso de la hidrofonía, se remonta a la primera guerra mundial donde se inventaron los hidrófonos para poder captar las señales acústicas bajo el agua que podían producir los submarinos enemigos. Actualmente, los utilizan los científicos especializados en bioacústica y en las escuelas de Bellas Artes. El hidrófono no es un micrófono propiamente dicho, es un traductor de las ondas que se producen bajo el agua a sonidos audibles por el ser humano. Artistas como Jana Winderen y Slavek Kwi utilizan esta técnica. Y en el campo científico, cabe destacar la labor que está realizando el Laboratorio de Aplicaciones Bioacústica LAB en Vilanova i la Geltrú con el proyecto que permite escuchar el fondo del mar a tiempo real dirigido por Michel André.