El gobierno de Navarra elimina las presas sin uso del río Bidasoa
Los salmones remontan los ríos cántabros de la comunidad navarra, al aplicarse un amplio plan para suprimir los obstáculos que desfiguran sus cauces.
Desde el puente de Lekároz, un pequeño pueblo del valle de Baztán (Navarra), el río Bidasoa fluye con rapidez en medio de un paraje frondoso. Nadie lo diría, pero hasta el 2008 una presa hidroeléctrica bloqueaba el cauce del río en este lugar. En cambio, ahora no queda ni rastro de aquel obstáculo. Cientos de toneladas de piedra y cemento que desfiguraban su cauce fueron sacadas del río.
Pero no ha sido un caso único. Decenas de demoliciones como ésta están permitiendo renaturalizar el río Bidasoa y sus afluentes. Viejos molinos en desuso, centrales hidroeléctricas obsoletas, piscifactorías y otras barreras fluviales están siendo eliminadas poco a poco por el Gobierno de Navarra y la Demarcación Hidrográfica del Cantábrico. Gracia estas actuaciones, el río está recuperando su fisonomía original.
NI RASTRO DE LA PRESA DE L AMINA, EN BERA
En nuestro paseo por el cauce de Bidasoa, comprobamos que tampoco quedan huellas de la central hidroeléctrica de La Mina, en Bera (cerca de Lesaka), demolida también en 2014. Ni siquiera nuestros acompañantes, César Pérez, jefe de la unidad de Aguas del Gobierno de Navarra, ni Nekane Vizcay, responsable del servicio de restauración, son capaces de localizar la antigua central en un primer vistazo. Otro muro se vino abajo. Y la naturaleza ha completado un trabajo eficaz.
HACER RÍOS MÁS PERMEABLES
La eliminación de viejos molinos y presas obsoletas persigue que los ríos sean más permeables. Así, las truchas y salmones empiezan a remontar el cauce del río para poder desovar en las aguas frías en estas cabeceras de la cuenca cántabra. Los salmones siguen un curioso ciclo biológico, pues tras madurar en el Bidasoa y otros ríos del Cantábrico, llegan hasta el Atlántico Norte para luego regresar en invierno a su lugar de origen para frezar, antes de morir tras hacer la puesta.
Pero para que vuelvan a repoblar las cabeceras, necesitan un río-río: aguas agrestes, fluidas y frescas, y sus zonas con gravas en entornos sombreados.
VERDADEROS RÍOS
"Los tramos de ríos con barreras quedan muertos, antinaturales, mutilados; en ellos, no hay vida y los salmones no pueden frezar", sentencia Nekane Vizcay mientras nos enseña la presa de Bera (cerca del polígono San Martín), también en el Bidasoa, atravesada de lado a lado por una pared unos 100 metros de ancho y 3 de altura que crea un remanso de aguas quietas de 1,5 kilómetros de longitud. Esta central hidroeléctrica, antigua propiedad de Iberdrola, fue cedida en 2014 al Gobierno de Navarra para su recuperación medioambiental. "Cuando se quite este tapón, quedará un río fantástico para la freza", dice Nekane Vizcay.
Otra central hidroeléctrica que será demolida (en septiembre) es la presa de Endarlatsa, igualmente en Bera, el primer gran obstáculo con que topan los salmones al entrar en el Bidasoa desde el Cantábrico. También era propiedad de Iberdrola, y, al haber estado más de tres años sin funcionar, la Demarcación del Cantábrico le retiró la concesión (lo que no impidió que Iberdrola se resistiera y litigara durante diez años antes de que finalmente acabara perdiendo el pleito).
ALGUNAS SOLUCIONES SIN ÉXITO
Para que los salmones puedan sortear los obstáculos y remontar la corriente, las administraciones han construido escalas en algunos tramos, escalones de hormigón para permitir que los peces, con sus saltos, puedan seguir su ruta río arriba. Incluso, cuando el desnivel de las presas es pequeño se han creado en ellas rampas para facilitarles la tarea.
Pero son soluciones costosas e ineficaces. Muchas veces las escalas no están bien diseñadas (hemos visto cómo son demasiado altas y los salmones no puedan remontarlas por más que se esfuercen), y otras veces, los peces no los encuentran. Además, las escalas atascan y se bloquean con ramas o árboles cuando hay avenidas, y su mantenimiento es costoso y complicado.
"Las escalas son un parche; la solución es el derribo de la presa. Es más barato y fácil derribarlas que hacer escalas para los salmones. Cuesta la mitad", dice César Pérez Martín. "Sortear tantos obstáculos es un consumo de energía brutal para los salmones", añade Nekane Vizcay. "El salmón es como una pila, que se va agotando y a final puede llegar sin fuerzas al lugar donde debe frezar", dice José Antonio Colás, el guarda fluvial que encontramos en este camino fluvial.
LA DEMOLICIÓN ES POLÉMICA
Demoler las presas o molinos en desuso ha comportado, además, cierta resistencia social. Algunos pescadores han descubierto que estos remansos de agua hacen la pesca más fácil y accesible.
La población de Elizondo se negó a que se eliminara la presa de Txokoto (un viejo molino que de finales del siglo XIV), pese a que el salto de agua provoca un ruido estruendoso y agrava el riesgo de inundaciones. El Gobierno navarro tenía prevista derribar la presa, pero la oposición popular ganó el pulso. La presa de Txokoto, con su pequeña cascada, forma parte de la imagen típica de Elizondo y sirve de marco en las fotografías de boda desde del puente de Muniartea, el centro neurálgico de este pueblo lleno de casas señoriales, escudos heráldicos y fotos históricas de sus inundaciones.
MANTENERLAS NO SE JUSTIFICA
"Mantener estas viejas presas sólo se justifica si se tratara de una construcción de gran valor; si están hechas con una sillería del siglo XVII o XVIII, o si tiene un elemento de valor etnográfico. Pero, a veces, nos piden conservar unos simples muros de hormigón del siglo XX sin valor", se queja César Pérez Martín. "Hay mucha terquedad en algunos sectores, pero cuando se lleva a cabo un proceso de participación social para explicar las razones de las demoliciones, la respuesta es positiva. Y eso está sucediendo en la actualidad", resume Nekane.
EL PROYECTO IREKIBAI
El grueso de los derribos de presas en Navarra se llevaron a cabo entre los años 2001 y 2008, pero se han ralentizado con la crisis. Sin embargo, un proyecto Life Irekibai (2015-2020), en el que participa también la Diputación de Guipúzcoa, relanzará nuevas demoliciones para mejorar la conservación de los hábitats fluviales en las cuencas del Bidasoa y Leitzaran.
UN BALANCE
De los 169 obstáculos en el río Bidasoa, sólo 68 son franqueables; el resto lo son con dificultad (32) o son infranqueables (69). La progresiva eliminación de presas ha permitido que los salmones puedan subir y alcanzar los valles más altos del Bidasoa. Ahora algún salmón heroico incluso desova a la altura del valle de Bértiz. Pero nuestro sueño es que los salmones lleguen al valle de Baztan", dice César Pérez.