Siete joyas fabriles
Castilla y León presume de su potencial en patrimonio industrial en una exposición en la Real Fábrica de Tapices de Madrid, que llegará la Comunidad en los próximos meses
La relativa falta de perspectiva condicionaba hasta no hace mucho el reconocimiento y valoración del patrimonio más reciente, concretamente el de origen industrial. A finales de la década de los ochenta del siglo pasado se creó la sección española del Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial (Ticcih) y desde entonces el Gobierno central y autonómicos han ido regulando estos bienes inmuebles y muebles.
Recientemente, el Ticcih, que asesora a la Unesco en esta materia, incluyó a la central térmica de la Minero-Siderúrgica de Ponferrada (León) en su listado, por lo que se suma a los ya avalados en la Comunidad por el Ticcih, concretamente el Real Ingenio y Casa de la Moneda (Segovia), Canal de Castilla. (Burgos, Palencia y Valladolid), Ferrería de San Blas. Sabero (León), Estación de Ferrocarril de Valladolid, Real Aserrío mecánico de los montes de Valsaín (Segovia) y el Puente Viaducto de Pino, en Pino del Oro y Villadepera (Zamora).
Coincidiendo con esta inclusión, la Real Fábrica de Tapices de Madrid recoge hasta el 27 de marzo la muestra "100 Elementos del Patrimonio Industrial en España", comisariada por Gerardo Cueto, arquitecto y miembro del Ticcih, que precisa que este patrimonio va más allá del objeto "pues se trata de un bien que está relacionado con una actividad fabril, que supone instrumentos, técnicas e incluso elementos etnográficos sobre la actividad humana y laboral".
En España en 2001 se puso en marcha el Plan Nacional de Patrimonio Industrial, que ha ido paralelo a las legislaciones autonómicas. Una de las diferencias entre este tipo de bienes y los vinculados a la Iglesia y artes plásticas en general es su valoración más allá del interés estético, ya que en él son esenciales el conjunto de sus elementos, como es la memoria industrial, tareas manufactureras o fabriles, que en su conjunto posee un valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico o científico.
De hecho, este tipo de patrimonio, frente al monumental y artístico, puede incluir un conjunto urbano entero, como son los barrios obreros surgidos en torno de una fábrica. Un caso similar es el Canal de Castilla, que a su paso por Palencia, Burgos y Valladolid no sólo originó una vía fluvial artificial, sino esclusas, harineras e incluso viviendas a su vera.
Gerardo Cueto reconoce que la toma de conciencia sobre la necesidad de proteger estos bienes corre paralela al desarrollo industrial, aunque se acelera a mediados del siglo pasado con el declive de ciertas industrias. En el caso de Castilla y León destaca la actividad minera y siderúrgica del norte de la región o la falta de uso primigenio de una de las mayores de obras de ingeniería de la España del XIX como es el Canal de Castilla.
Usos diversos
Precisamente la imposibilidad de retornar a la función original de estos edificios plantea la necesidad de buscarles un destino con el doble objetivo de dotarlos de "vida" y que sea compatible con la dignidad de su historia. Así muchos bienes del patrimonio industrial han mutado en museos temáticos sobre la actividad que albergaban, o se han reconvertido en centros culturales, bibliotecas e incluso en viveros de empresas.