En un mundo cansado y acelerado, donde el ruido está siempre presente y el silencio ausente, cada vez son más las personas que buscan un paisaje en el que puedan reencontrarse a sí mismas o a través del cual, simplemente, puedan evadirse de la presión con la que viven. Hay quien lo encuentra en el bosque, en la montaña o en rincones inaccesibles y medio perdidos frente al mar, donde la naturaleza se manifiesta de forma más salvaje. Es entonces cuando reaparece el mito de la cabaña, seguramente -e históricamente- la mejor plasmación de esta creciente e incesante búsqueda del retiro, del abrigo, del silencio. Sin embargo, hay quien es capaz de encontrar estos lugares en los paisajes cotidianos. Emergen así espacios puntuales, e incluso esporádicos, desde donde contemplar el paisaje o volver a convivir con ellos de forma cotidiana, también dentro de las ciudades o en su periferia. Unos y otros actúan como paisajes refugio desde donde se reclaman y se reivindican unos valores de los que el Observatorio del Paisaje de Cataluña quiere hacerse eco.