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Este año, el Observatorio del Paisaje celebra dos décadas de actividad desde su creación en 2005, como apoyo a las políticas de paisaje de la Generalitat de Cataluña, en el marco de la Ley de protección, gestión y ordenación del paisaje y el Convenio Europeo del Paisaje. Su misión principal ha sido incrementar el conocimiento y la implicación social en la gestión y conservación del paisaje, integrándolo en políticas sectoriales y territoriales.
En estos veinte años, la política de paisaje y sus líneas de actuación nos han enseñado que existe una relación intrínseca entre los asentamientos urbanos y los espacios abiertos, independientemente de su régimen jurídico. Esto hace que, hoy, habitar un lugar implique una dimensión más rica y compleja que la simple ciudad construida: el paisaje que rodea un asentamiento urbano se convierte en un elemento fundamental para entenderlo y, al mismo tiempo, un objeto de interés territorial y urbanístico.
Habitar un lugar no es sólo vivir en él físicamente, sino también construir una representación mental propia. Los recorridos, colores, formas, olores y sensaciones que un espacio provoca son los elementos que configuran nuestro mapa emocional y que, con el tiempo, adquieren valor colectivo dentro de una comunidad. Josep Pla afirmaba que el paisaje configura el carácter y la forma de ser de sus habitantes, ya que es a través de él que se establece una conexión emocional y cultural con el territorio.
En Cataluña, con la aprobación de la Ley de protección, gestión y ordenación del paisaje de 8 de junio de 2005, estos elementos perceptivos han sido catalogados y reconocidos como componentes esenciales de nuestro paisaje. Para planificar y ordenar el territorio de forma adecuada, es necesario entender el paisaje como una unidad integrada, más allá de las divisiones entre espacios urbanos y abiertos o de los límites administrativos municipales. Esta visión holística nos permite abordar los retos del presente con herramientas más adaptativas y con una mirada más amplia e inclusiva.
Los retos del futuro no son sólo proteger, gestionar y ordenar el paisaje, sino también saber transmitir que éste está en constante transformación. Los elementos que hoy identificamos como característicos van a evolucionar, así como nuestra percepción sobre ellos. Esta dinámica, lejos de ser una amenaza, debe ser vista como una oportunidad para modular el paisaje en función de nuevos valores y sensibilidades colectivas.
Con los Catálogos de paisaje ya desarrollados como herramienta legislativa, el camino a seguir está claro: integrar las directrices de paisaje en la planificación territorial y urbanística. Así, podremos seguir eligiendo las ubicaciones y ordenaciones más adecuadas para garantizar un futuro en equilibrio con el territorio y sus gentes.
Este boletín quiere ser una herramienta de reflexión y guía para este proceso continuado, que ofrezca perspectivas y soluciones que nos ayuden a comprender y actuar sobre el paisaje como elemento clave de nuestro presente y futuro compartido.
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